¡Hola a todos! Soy Sharoncita Esposa Infiel. El año 2014 fue mi cuarto año de aventuras sexuales con mis amantes. Corría el mes de diciembre, se acercaba fin de año y me propuse despedirlo a todo canyengue como buena puta que soy. La oportunidad no podía ser mejor, mis compañeros de trabajo decidieron organizar una salida para decirle adiós al viejo año. Es sabido que en este tipo de reuniones la gente se pone cachonda y se desinhibe mucho, por lo que seguramente tendría la oportunidad perfecta para desplegar mis dotes de mujer fatal y hacer muy feliz al cornudo de mi marido.
La cosa empezó suave en un bar del centro de Montevideo. Éramos como veinte personas entre hombres y mujeres. Bebimos algunas cervezas y charlamos un buen rato entre todos. Pasada la medianoche algunas personas decidieron irse. Yo ya estaba muy entonada por el alcohol. Fue entonces que un colega propuso seguir la joda en su casa. Quedábamos tres mujeres y cinco hombres. Uno de ellos empezó a cargarme descaradamente. Se llamaba Victorino y me atraía mucho. Durante el año en el trabajo yo me había divertido mucho histeriqueando con él. Esta era mi gran oportunidad para comérmelo todito.
Ya en el apartamento seguimos bebiendo y escuchando música. Entonces pintó bailar un poquito sensualmente. La cosa iba subiendo de temperatura y el ambiente se puso bueno. Yo empezé a rozar con mis nalgas el paquete de Victorino. De repente el dueño de casa se fue para un cuarto con una colega. Me calentó muchísimo imaginar las chanchadas que iban a hacer ahí adentro. Yo no podía más de calentura, entonces mi amante me tomó de la mano y me sentó en un sofá. Nos besamos descaradamente pero en lo mejor del baboseo a Victorino le pegó el alcohol y quedó dormido.
¡Que frustración! ¡Sentía que me pulsaba la concha con toda la fuerza! ¿Qué iba a hacer con tanta calentura? Mojadita y resignada decidí irme de la fiesta con las manos vacías. Antes de partir tomé el celular de Victorino, le agendé mi número y llamé a mi teléfono para que me quedara registrado el de él. Ya tendría oportunidad de comerme ese bomboncito. Cuando me dispuse a salir me interceptó Sergio un compañero de trabajo muy tímido que nunca me había llamado la atención. Seguramente había estado observando toda la escena y como todo un caballero al verme tan triste había decidido consolarme. Fue entonces que me propuso llevarme a mi casa en su moto. Con carita de puta acepté la invitación.
Ya era de madrugada y la calle estaba vacía. Estábamos a pocas cuadras de casa. Sergio iba despacito. Yo me abracé a él y sentí una de sus manos acariciarme la pierna. Llegamos a mi domicilio y lo invité a entrar. Mi esposo dormía así que le pedí que hiciera silencio. Nos quedamos en el zaguán a media luz. La verdad no me atraía físicamente pero había sido tan amable conmigo que quería de alguna manera devolverle la gentileza, además el morbo de que el cornudo de mi marido estuviese durmiendo a pocos metros de donde estábamos me excitaba de una manera loca.
Que nervios, debía ser rápida, Martino podía despertar en cualquier momento y encontrarnos juntos. Sin pensarlo mucho y sin decirle nada, me arrodillé frente a Sergio y le desabroché el pantalón. Introduje su miembro en mi boca y sentí como se hinchaba. Mi amante tenía su pene en forma de gancho, torcido hacia un costado, nunca me había comido uno así. Era grueso y duro. El olor a verga invadió todo mi ser. Mientras se la chupaba sentía que me llenaba de flujo. Apuré mi succión, quería cuanto antes su leche en mi garganta. Sergio me tenía agarrada de los pelos y con sus manos empujaba mi cabeza. Estaba atragantada, seguramente su pija medía más de veinte centímetros. Lo miré a los ojos y me escupió la cara. Me encanta que me traten así como una sucia. Entonces me empezó a dar bofeteadas. Yo no paraba de chupar. Parecía que me iba a explotar la concha de tanta excitación. Fue entonces que mi amante emitió un grito ahogado y por fin lanzó todo su semen dentro de mi cavidad bucal.
Mientras lo tragaba me incorporé y le dije que se fuera. corrí hacia mi habitación donde dormía mi marido. Me quité toda la ropa y me metí dentro de las sábanas. Con toda la boca sucia y olorosa bese dulcemente a mi amado cornudo en los labios. Martino despertó y enseguida comenzó a seguirme el juego. Nos besamos apasionadamente un buen rato. Cuando sentí su pene erguido me senté encima y comencé a cabalgar. No sé cuantas veces me acabé esa madrugada. ¡Que excitante manera de despedir el año! ¡Que lindo es ser una esposa caliente, infiel y muy puta!